viernes, 17 de julio de 2015

203'

Fui a mi cama y me acosté. Como cada noche intenté dormir hasta que una o quizás dos horas después entré en un extraño trance. Dentro de ese trance escuche ruidos, había algo arrastrándose seguido de unos pasos muy ligeros, no sabía si estaban fuera o dentro, pero algo despertó en mi, haciendome entender que venían a por mi.
Me levanté muy despacio y fui descalza hasta la habitación de mis padres, cuando abrí la puerta y ví lo que había dentro la desesperación se apoderó de mi cuerpo. Había sangre, más de la que había visto nunca en la realidad, derepente me había metido en un capítulo malo de juego de tronos, tripas desperdigadas por la cama y el suelo, cráneos partidos en dos con los sesos en la almohada y extremidades cortadas. Solo había estado en ese trance extraño entre la lucidez y el sueño lo que me parecieron minutos, pero debió ser más, por que ellos estaban allí y ya no estaban. Abrí su armario y cogí la katana más pequeña y la más grande, una a cada mano. Salí de su habitación y fui a la de mi hermano, no había nadie, un suspiro de alivio, se había ido extrañamente a dormir a casa de su novia, siempre era ella la que venía aquí, siempre a excepción de la noche en la que unos asesinos se habían inmerso en mi casa.
Tan ensimismada en la conmoción estaba que deje de escuchar los ruidos, solo fui a mi habitación, cogí la mochila y la llené de un par de prendas de ropa, mi cartera con todos el dinero que poseía e intente acomodar las katanas para no tener que llevarlas todo el rato en la mano. Cuando se me ocurrió vestirme, vi que tenia los pies llenos de sangre seca y pegajosa a la vez, había manchado la perfecta alfombra que me había regalado mi novio unos meses antes, pero no tenía tiempo para pensar en ello, el lo entendería, me quité lo que quedaba pegajoso con una camiseta vieja y me puse las zapatillas a todo correr. Cogí el movil, un afilador y las llaves del coche y bajé a toda prisa por las escaleras.
No recordaba por que huía solo que tenía que hacerlo, hasta que algo, en el tercer piso, me paró.
Era lo que se podría describir como un hombre con cuernos, unos maravillosos cuernos largos puntiagudos y medio enroscados hacia atrás, iba vestido con un traje negro del siglo XVIII, bajo la chaqueta vi destellos de lo que probablemente serían un par de dagas bien afiladas, a diferencia de mis dos katanas. Media más de dos metros y quizás si no tuviese esa expresión de querer llevar mi alma con hades, podría haber sido guapo, gruñó y su rostro se deformó en pura ira, olvidemos lo de que podría haber sido un poco guapo. Era horrible.
Siempre pensé que en situaciones como este estilo actuaría tal y como una heroína de libro, pero a ver, seamos sinceros, parecía el mismísimo diablo que venía a por mi después de matar a mis padres de una forma terrible.
Corrí, baje las escaleras como pude hasta que su mano se topó con mi nuca la agarró, mis pies dejaron de tocar el suelo y me tiró contra la pared del rellano del piso más abajo. Yo mido casi un metro ochenta, este tío era peligroso, realmente peligroso y jodidamente fuerte. Me asusté como nunca me había asustado y cuando me levanté para huir, el ya estaba delante de mi con una sonrisa realmente satánica en los labios.
Estaba muerta.
Cerré los ojos como una vil cobardica y esperé a que llegase, por que si, por que la valentía de coger armas y salir de casa se fue de inmediato dejando terror en mia venas.
Al esperar y ver que no pasaba nada abrí los ojos y seguía mirándome, en serio, que siniestro.
Escuche el ruido de unas dagas al salir de su funda, el ruido afilado de una espada y el medio demonio se dio la vuelta donde una espada le atravesó, no vi realmente como le atravesaba, solo vi la espada salir por su espalda y note la sangre salpicando por toda mi cara y ropa.
La espada desapareció de su espalda y el  terrorífico hombre se ovilló en el suelo.
Vi la silueta de la persona que me había salvado y la reconocí de inmediato, alargó la mano hacia mi después de limpiar su espada, la agarré y me tiré a sus brazos, me quedé allí hasta que me apartó suavemente y me dijo en un susurro que nos teníamos que ir.
No entendía nada por supuesto pero le hice caso, le seguí rápido pero con cautela y cuando llegamos a la puerta de salida vi que algo tapaba la escasa iluminación de las farolas, un cuerpo enorme estaba delante de la puerta, paré en seco y al escucharme, no soy silenciosa precisamente, el chico se giró, me cogió de la mano y sonrió.
- Tranquila, ya me he encargado de ese.
Me apretó fuerte y ya no me soltó. Salimos a la calle, el bicharraco que parecía una babosa gigante, comprendí el ruido de algo arrastrándose, media como cinco metros de largo y tres de ancho, era realmente horrible y estaba lleno de sustancia negruzca, apestaba.
Corrimos por lugares que nos eran conocidos y fuimos hacia el metro.
Por que claro, mis padres han muerto a manos de un medio demonio que tenía como mascota una babosa gigante y mi novio que me había salvado con una espada que no sabía que tenía después de matarlos a ambos me llevaba al metro.
Cuando ya habíamos ticado para entrar en la estación y nos sentamos, llenos de sangre, en uno de los bancos, me dí cuenta de que eran casi las 5 de la mañana, el próximo metro pasaría en un rato.
Después de todo el trayecto en silencio, un récord para mi, me giré hacia el y hablamos.
-A ver amor, me cuentas que ha pasado?- le dije con la voz un poco temblorosa por los nervios.
-Han venido a por ti, han muerto y estás a salvo.- sonrió.
Siempre igual, respuestas inconclusas a preguntas realmente importantes.
- Porfavor.
Suspiró, me soltó la mano para pasarme el brazo por encima de los hombros y comenzó su historia.
-Recuerdas cuando al principio de estar juntos me dijiste que querías sinceridad, que sino tendríamos que dejarlo?
-Si, claro.
-Pues según tu criterio, ya no somos novios.
Suspiré.
- Hace muchos, muchos años, se creó una pequeña brecha en el mundo, demonios del infra mundo pudieron pasar por esa brecha y generación tras generación, trece familias de cada país se encargan de proteger el mundo. Tu pensarás ( por que te conozco) que una brecha debe estar en un solo sitio, pero no, esa brecha es como un tunel con diferentes ramificaciones y un punto en concreto en que se unen y vuelven a ramificarse, por lo que desde el inframundo hay muchos tuneles que desembocan a un tunel que tiene miles de salidas a nuestro mundo. Como si dividieses a una araña en dos de forma vertical, cuatro patas es el inframundo,  cuatro patas es nuestro mundo, el cuerpo es la conexión. Nadie sabe en que momento ocurre esa conexión de tuneles realmente por lo que no se puede cerrar, cada generación intenta tapar al menos un tunel, para ello se necesita magia, concentración y por lo que me contó mi padre, mucha, mucha sangre.
Soy de la familia "Bajo" en un momento determinado de hace mil años o más mi apellido era "Bajo Dios" que se podría interpretar como unos esclavitos de unos dioses que nos hacían matar a su enemigo por que a ellos no les apetecía enfrentarse a los malotes. Como cuando en el juego del tiburón me compro una cría para que los coja por mi.
Sonrió con una sonrisa triste que había visto pocas veces en su rostro. Me mantuve en silencio un rato, tenía mil preguntas que hacerle, pero como no sabía en el orden que hacerlo callé, callé hasta que llego el metro y entonces pensé la primera pregunta y se la dije.
-Tu padre es un guerrero super poderoso mata demonios?
-Lo es.
Sonreí, me reí mucho de hecho, su padre, bueno, era su padre, no me lo imaginaba por ahí correteando con una especie de armadura y una espada matando esos bichos enormes que casi me matan.
Creo que pensó que había perdido la cabeza y que quizás esto sería demasiado para mi, así que el resto el viaje, tanto en metro como en autobus, lo pase en silencio.
Al llegar a su casa nos cambiamos y limpiamos la sangre, me dejó un pijama suyo y me senté en su sofá.
Y aquí estoy, en su sofá, con el aire acondicionado, escribiendo algunas cosas de lo sucedido para que no se me olvide.
Después del calor de la calle, el aire acondicionado es fresco y reconfortante, el ha ido a por un par de vasos de agua mientras le espero aquí sentada. Su casa me ea realmente familiar, dentro de un par de meses haremos dos años juntos.
Viene y se sienta a mi lado.
- Cómo estás nena?
- Genial, unos demonios han matado a mis padres y mi novio es un cazador de demonios, cosa que no se le ha ocurrido decirme en casi dos años de relación.
- Nunca preguntaste.
- Estoy absolutamente obsesionada con los libros y las series de fantasía, de verdad no se te ocurrió que quizás me gustaría saber que por estar contigo podría estar en peligro?
- Eres valiente, sabía que podrías defenderte.- sonrie
- O que tu aparecerías de la nada para salvarme, no?- digo ya un poco enfadada.
- Exacto.
Me mira con esos ojos marrón oscuro que me vuelven loca, se acerca y me besa. Somos de esas parejas que se besa bastante, pero curiosamente hasta ese mismo instante no se me había ocurrido hacerlo.
El beso es intenso, corto, pero intenso.
Escucho a su madre andar hacia la cocina y el baño.
- Se ha despertado tu madre, que le decimos que ha pasado?
- La verdad, que algún asesino loco ha venido a tu casa y ha matado a tus padres, que la policía estaba de camino hacia tu casa y tu has venido de inmediato aquí en busca de tu novio.
- Por que ella no sabe lo de los demonios.
- Es duro, mi padre me dijo que no se lo podía contar a ninguna mujer de esta familia no es nada personal es solo que la decimotercera familia debe ser solo de cazadores hombres y además no se pueden relacionar con otras familias cazadoras, cosa que hasta el momento hemos cumplido.
Suspiró cansado, hoy es viernes y lleva toda la semana trabajando, de hecho debería estar en ello.
-Erre, hoy no tienes que trabajar?
- Tu vida es más importante que un trabajo, no te preocupes, mi madre llamará diciendo que estoy en el médico, cosa que va a ser cierta en breve.
- Que?- digo algo sorprendida.
- Tengo que ir al médico para que me miren el brazo, no es fácil luchas contra las babosas esas, además deberían mirarte la cabeza, te has dado muy fuerte contra la pared.
Está preocupado, lo veo en sus ojos, me abraza fuerte y me besa en la frente, si eso está bien, pero aun así no me siento cómoda.
Coge sus cosas y nos volvemos a vestir, esta vez me pongo unos pantalones cortos y una camiseta azul, hacía siglos que no iba así vestida pero mi otra ropa esta llena de sangre de demonio.
Mientras bajamos en el ascensor llamo a mi hermano para explicárselo todo. Al parecer Erre esta acostumbrado a estas cosas y simplemente ya había planeado todo, había ido con su padre a mi casa y el se encargaría de las explicaciones a la policía que querría hablar conmigo y con mi hermano. Tendré que verle mas adelante, está destrozado por la muerte de mi madre.
- Nena, estás bien?
Seguía preocupado andando por las calles de su pueblo, aun no me soltaba a no ser que fuese necesario.
- Por que no iba a estarlo?
- Se que les odiabas, pero...
- Pero nada - le interrumpo- estoy bien. Asustada por mi, puede que por mi hermano, yo bien.
Me da un largo abrazo, normalmente en mitad de la calle no lo haría, pero teme por mi, lo se.
Nos separamos vamos al médico y nos miran los males, le hacen una especie de justificante y le dicen que en una semana quizás no pueda ir a trabajar ya que trabaja con los brazos y tiene una leve fisura en la muñeca.
Volviendo a casa pasa lo inevitable, una barbaridad de monstruos horrorosos salen de todas partes y no se que hacer, creo que el tampoco, estamos perdidos.

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