jueves, 8 de noviembre de 2012

8# Luz

Mientras Virgilio y Dante descendían por los círculos del infierno, Dante contemplaba los lugares sombríos con temor.
 
¿Por qué aquí abajo casi todo está tan oscuro, muchísimo más que en cualquier lugar que pudiera haber imaginado?, preguntó Dante.

El infierno es un lugar de desgracias, sufrimientos y oscuridad. Piensa que aquí no puede existir nada bueno.
En tu mundo natal hay una constante lucha entre la oscuridad y la luz. La oscuridad se hospeda en los lugares donde se huele a muerte o a sentimientos negativos. En cambio, la luz puede residir en cualquier lugar del mundo, pero sobre todo en nuestros corazones, la mejor luz de todas las luces. Las palabras de Virgilio llenaban el asombro de Dante.

¿Nuestros corazones?

Cuando una persona padece un miedo sobre algo tiende a buscar un lugar de luz; cuando una persona llora, se inmersa en una oscuridad que ella misma crea, o simplemente prefiere desahogar sus penas en lugares de oscuridad. La luz es un elemento de iluminación, pero sobre todo de protección, de alegría y de muchas otras cosas. Sin embargo, la mejor luz que te puedes encontrar en esta vida es la de tus seres queridos: tus familiares y tus amigos; aquellas personas que te pueden sacar mil y una sonrisas, aquellas personas que te pueden ayudar en tus momentos más crudos; pero sobre todo, la mejor luz del mundo es la del amor.

Dichas estas palabras, una imagen resplandeciente apareció delante de los ojos de Dante y Virgilio. Vislumbran una pareja de enamorados mirándose a los ojos. Dante se acerca lentamente a la imagen con un deseo de llorar.
 
Como podrás ver Dante, ante ti se vislumbra un recuerdo entre Beatriz y tú. Cuando una persona está al borde de la muerte se le aparece un túnel, una luz, y las personas tienen, en ese momento, un deseo infinito de ir a esa luz. ¿Por qué? porque vemos que, a medida que nos vamos acercando, nos tranquiliza, nos hace más felices, nos hace olvidar los problemas de nuestro alrededor. Tú sabes lo que se siente por esa luz Dante. Beatriz desprende una luz intensa que hace que tú tengas deseos de estar junto a ella y es lo que te mueve a ejecutar tal acción para quedarte agusto en su regazo.
No obstante, la oscuridad siempre estará presente en cualquier parte y nunca podrá ser destruida por completo, pero sí impuesta por la luz. Cuando se miran dos amores, muchos ven que es una pareja de enamorados; otros ven felicidad en sus rostros; unos pocos ven amor; pero yo veo luz, una luz que no se puede explicar con palabras sino con la experiencia de los sentimientos, una luz de la que uno no quiere despegarse, y esa luz nos contagia. El colgante que tienes puesto en el cuello está repleto de luz de tu amada y siempre estará presente incluso en tus momentos de soledad cuando no tienes a Beatriz a tu lado en persona. Mantén un gran valor por ese objeto Dante, pues es un valioso tesoro que ha de perdurar hasta el fin de la vida de la amada y no, por desgracia, hasta el fin del amor. Es esta luz la causa de porque estás aquí, la causa de como es que sigues aquí; es algo por lo que las personas podemos hacer cualquier cosa para mantener la luz viva. Ninguna persona, sea familiar o amistad, podrá llenar la luz de tu corazón de la forma en que lo hace Beatriz.
Dante, mi consejo sabio es, no permitas que la oscuridad os invada porque sé que, después de tu infierno, podrás volver a estar junto a ella. Has cometido pecados y errores, pero no son incorregibles.

Tras las palabras de Virgilio, la imagen desaparece a los ojos de Dante, quien tenía en su rostro lágrimas.

No seré un santo, un amor puro o perfecto; pero no moriré en vano sin haber otorgado una vida de felicidad a Beatriz. Corregiré mis mentiras y mis actos de dolor y mantendré, con buena fe, los actos que no he cometido por amor.

Dante se dió media vuelta, y al lado de Virgilio, prosiguieron su marcha, dejando sus huellas por la tierra apestada del infierno, mientras una luz resplandecía en el pecho de Dante.
 

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